08/08/2022. 171 lecturas. El sector agrícola sevillano está sufriendo las consecuencias de una sequía que se prolonga a lo largo de varios años. COAG Andalucía ha expuesto en un informe todos los problemas que están experimentando los cultivos desde la primera ola de calor del mes de mayo. Además, como es habitual en los planes de sequía, la dotación hídrica que reciben los agricultores de la provincia se ha visto reducida en un 70%, lo que deja 1.750 m3/ha para regar.
El campo sevillano necesita que llueva, y mucho. Sin embargo, las previsiones no son halagüeñas. Según el informe "Empieza la cuenta atrás. Impactos del cambio climático en la agricultura española" elaborado por COAG, Sevilla sería en 2030 la provincia de España con más días de sequía al año si la temperatura media del planeta asciende 1,5 grados.
La falta de precipitaciones influye directamente al abastecimiento ciudadano, y como no también a la planificación que realizan en cada campaña los agricultores. En Sevilla, donde antes se sembraban tomates de industria, pimientos, calabazas y boniatos, este año muchos de ellos han optado por arrendar tierras en la provincia de Cádiz y Huelva donde la dotación hídrica es más alta, para así poder cumplir con los contratos adquiridos y seguir produciendo. Por otro lado, los que se han quedado a cultivar sus tierras, se han visto obligados a cambiar de cultivos, siempre buscando la optimización del agua.
En lo relativo a otros cultivos la sequía está mermando la producción en los campos sevillanos. Es el caso del girasol, de los garbanzos, de los almendros, de los olivos, de la remolacha y del algodón, cuyos rendimientos de producción se encuentran muy por debajo de los que se obtienen en una campaña normalizada. La uva, por su parte, se ha deshidratado, consumido, y se ha adelantado la vendimia. Y el algodón está teniendo dificultades para tomar el agua de riego debido a la acción conjunta de las altas temperaturas y el viento.
A todo esto se une otro fenómeno: el agrietado y la salinización de las tierras, al no haber agua que diluya los productos fitosanitarios empleados (muchos de ellos contienen nitrato) impidiendo que la planta pueda absorberlos. La estampa que queda es un suelo cultivado con manchas blancas en la superficie provocadas por el nitrato, que asfixia a la planta. Las consecuencias de la sequía son claramente observables en los cultivos de temporada, pero no serán los únicos que se vean afectados. Según Coag, los cultivos de otoño, como la coliflor o el brócoli, igualmente sufrirán las consecuencias de la falta de precipitaciones, afectando de manera directa a la agroindustria, que no puede planificar las siembras, ni encuentra agricultores dispuestos a arriesgarse.
Por si no fuera poco, la merma de producción provocada por la sequía afecta también al empleo. El paro agrícola subió en los meses de junio y julio, tanto en la agroindustria como en el campo y, si sigue sin llover, las previsiones para el otoño no son más positivas. Esta situación sólo se podrá paliar si las precipitaciones fuesen abundantes y copiosas, para que los embalses de Regulación General y destinados al consumo humano pudiesen alcanzar cotas óptimas.